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Once años siendo tu mamá. Felicidades mi pequeña Lara Croft.





Hace once años mi vida cambió. Donde antes habían zapatos de tacón, armarios llenos de ropa de temporada, citas en el centro estético, bolsos pequeños, salidas nocturnas, días de playa, tumbada vuelta y vuelta en una tumbona, ahora hay noches sin dormir, chupetes, biberones, saca leches, visitas al pediatra, botas cómodas para poder correr detrás de ti y en definitiva, un cambio radical de vida que ni los mejores realities televisivos serían capaces de plasmar. 
 
Lara Croft



Sí, lo habéis adivinado. Un uno de febrero de hace once años a las catorce horas, mi cosmos decidió que era el momento de que mi universo explotara en mil pedazos pedacitos de ti, como dice la canción, que se instalaron en mi vida para tomar posesión de ella. 

Si digo que fue fácil y maravilloso, no diría la verdad al cien por cien. No quiero llamar a engaño a las mujeres que no son madres y leen esto ahora, que luego se escuchan por ahí tonterías que hacen que una se estire de los pelos. 

Pero si os diré que once años después, a pesar de los momentos buenos y no tan buenos, sigo convencida de que si tuviera la oportunidad de empezar de cero volvería a elegir ser tu mamá de nuevo. 

Es cierto que en el camino perdí muchas de las cosas que antes formaban parte de mi vida, pero, a cambio, estos años a tu lado me han servido para aprender cosas que ni imaginaba.

 Y es que a ti, hija mía, te debo el enseñarme hasta donde es capaz mi cuerpo de aguantar sin dormir antes de perder la cordura. A ti te debo, haber descubierto que mi paciencia se podía estirar más del triple de lo que jamás pensé. Te debo la virtud de descubrir todo lo que una mirada puede encerrar, pues cuando tú me miras mi corazón explota al hacerme sentir la persona más importante de tu universo. Tú me has enseñado que mi piel huele a Cola-Cao y solo tú has sido capaz de sacar a la luz esa capacidad de sacrificio la cual ignoraba que tenía, porque cada día me enseñas que es diferente solo por el hecho de que tú estás en él. Y es que contigo aprendí que mi vida ya no sería lo mismo sin ti

No voy a decir que tu llegada le dio sentido a mi vida, pues mi vida ya tenía sentido, pero sí reconozco que le diste un sentido diferente, le diste un motivo de peso para luchar, sacrificarme y sobre todo, le diste sentido a la palabra amor. 

Un amor que nada tiene que ver con el amor romántico, un amor que no conoce barreras, ni egoísmos. Un amor sincero, nada mezquino, que nos alimenta a las dos y nos hace únicas y especiales. Y es que cuando me miro en tus ojos me gusta lo que veo y aunque en ocasiones llore de frustración por no ser capaz de entenderte, a pesar de sentir pánico ante la posibilidad de no poder protegerte, a sabiendas de que nos queda un camino lleno de rincones oscuros por descubrir, sé que tú confianza plena en mí hará que encuentre las fuerzas para que juntas podamos seguir sumando batallas. 

Hoy hace once años que me elegiste para ser tu mamá, y hoy, como cada día de estos once años, te doy las gracias por ello.

Felicidades mi pequeña Lara Croft. Felicidades mi niña, Aitana.