Cuando una mujer es madre , el día a día con sus problemas y situaciones va haciendo que se olvide el verdadero sentido de la palabra. Todos los seres humanos adquirimos la fea costumbre de no valorar lo que tenemos hasta que no lo perdemos y pensar en esa fea virtud es lo que me hace llegar a esta reflexión. Yo, adoró a mis hijas, me gusta cuidar de ellas, despertarlas y dejar que sus “ buenos días, mamá ” iluminen mi mañana. Disfruto haciendo su desayuno, preparándoles su ropa, peinando sus largas melenas y saboreo esos momentos de conversación que tenemos camino al colegio, donde hablamos de nuestras cosas, de esas que solo nosotras tres entendemos y que nos hacen sentir especiales y unidas.
Un espacio para mí y mis mariposas azules. El amor y el día a día será parte de nosotros.